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| Por Luis de la Paz DeLaPazL@aol.com Aunque lo más conocido del pasaje bíblico sobre la mujer de Lot se apoya en que se convirtió en una estatua de sal, por desobedecer la orden de no mirar atrás durante su huida de Sodoma, creo que lo más intenso de la referencia es que junto a su marido y los hijos emprendió el camino del destierro para escapar de la ciudad sumida en la perversidad. En esa, creo, se halla la mujer que evoca la escritora Belkis Cuza Malé, en su libro Los poemas de la mujer de Lot (Linden Lane Press, 2011), la mujer que sin miramientos, pero a sabiendas que comienza un nuevo y doloroso destino, se aparta de su camino natural (Cuba, devenida en una suerte de Sodoma política), para reiniciar un nuevo destino, junto a aquellos a los que ama. Cuza Malé nos dice que los poemas de su libro fueron escritos en la década de los ochenta, recién llegada como exiliada a Estados Unidos, y ese desamparo vital, esa exaltación emocional se respira en versos como: “Me pudro cada día/ en el olor a salmuera/ de las trastiendas,/ entre el polvo/ de las calles sin rumbo”. Luego añade: “Las modistas del ghetto/ me han cortado un vestido/ con los retazos de nuestra Historia”. Sin embargo la escritora es optimista y encuentra también en la nueva vida, una nave para reimpulsarse: “Ten paciencia, me digo sin éxito,/ es el verano:/ abre las ventanas de esta casa,/ y que la música de los pájaros recién nacidos/ picotee en tu alma”. En el libro la escritora le rinde homenaje Jorge Cid, Silvia Plath, Jorge Luis Borges y Anne Sexton, entre otros, de manera que el libro está dotado de distintos registros y evocaciones. Estos versos hablan de no detenerse, de luchar: “Una estatua de nieve, sí eso soy,/ al que el invierno hace florecer el corazón/ con anhelos de vida”; mientras estos otros son algo más pesimistas: “La cadena se ha roto/ y quedamos flotando,/ lívidos, con las bocas/ azules, los dientes torcidos/ como chatarra,/ y un ojo abierto y el otro muerto/ de miedo”. Poemas que conmueven y alientan, que transmiten inquietud, soledad y mucha fe. Textos de una mujer que lucha por abrirse paso, un espacio propio y vital, pero a la que cuesta trabajo entender y asumir su distinto, o como bien se expresa en la contraportada del libro: “una nueva etapa: la de descubrirse extranjera y en la que debería, no sólo inventarse un nuevo mundo, sino a ella misma, sin mirar a atrás”. El libro con Los poemas de la mujer de Lot, está ilustrado por la propia autora, que ha seleccionado flores para acompañar sus poemas. Flores cargadas de misterio y colores intensos, que remiten a un paisaje tropical, algo que contrasta con los poemas escritos en Princenton, New Jersey, y donde hay reiteradas referencias al invierno. Ahí está la magia de la poesía, y de esta mujer, que siguiendo a su Lot, escapó de la perpetua perdición de un régimen despiadado, pero que no quedó petrificada, porque sabía que no había que mirar atrás.
http://www.larevistadeldiario.com/noticia/3975/los-poemas-de-la-mujer-de-lot
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