Eloy A González
En un día de fenómeno y asombro de tormenta de arena, vimos opacarse el sol en pocos minutos y dejar en el aire una tenue luz amarillenta cuando apenas superado el medio día, de éste sábado 24 de febrero en que, convocados y felices, fuimos un grupo de cubanos (y no cubanos) a celebrar la fecha del inicio de la última guerra de Independencia librada por los cubanos en el siglo XIX.
¿Que hace un grupo de cubanos reunidos en celebración? Hacen eso, recordar un pedazo de historia desde un Exilio confrontando a una dictadura incorregible. Hacer memoria de un evento que marcó el fin del colonialismo y nos situó en lugar preeminente a comienzos del siglo XX como nación libre, nos permite acercarnos a la historia reciente donde Exilio y tiranía pugnan de nuevo en medio del desaliento de muchos y el desorden de tantos empeños esperanzadores. Fue Marti el mismo que desde el Exilio aquí en Norteamérica creyó oportuno sacar la verdad, hacerla vibrar como un rayo e incendiar con ella las almas, para hacer posible que la siguieran los hombres honrados.
Así que la tarde comenzó en La Casa Azul, celebrando la gesta de unidad y lucha resuelta por nuestra Independencia. Para recordar también , en tributo merecido, que este mes trajo para la historia el sacrificio de los cuatro jóvenes asesinados en ocasión del derribo de las avionetas de los Hermanos al Rescate y el recuerdo del empeño malogrado de reunir a la oposición cubana en la desafiante iniciativa de Concilio Cubano. Y que mayor tributo que traer a esta celebración, marcada por la sencillez y el decoro de pocos, la inhumana realidad de los cientos de presos políticos cubanos, en particular aquellos juzgados durante la Primavera Negra, que hoy cumplen prolongadas e injustas condenas.
Estrecho espacio para el público que, estando en La Casa Azul de Fort Worth, hicieron de la celebración el tributo y la honra merecida de los que luchan. Motivo más que suficiente para traer la Patria a este presente donde se arrima el carácter entero de tantos cubanos que sólo encuentran asidero en el recuerdo de la Patria lejana, ahora en sufrido y prolongado espasmo. Inspiración para hacer que cada cubano encuentre una tierna consideración de honrar a los nuestros.
Allí estábamos los cubanos --que alguien me dijo que eran pocos--, pero que para mi eran suficientes. Bastan dos para llegar a la Patria con palabras de nostalgias. Pero sobre todo había allí muchos mexicanos, en mayoría, como para recordar que a ellos les tocaba el saber honrarnos con su presencia y asumir que somos parte de una comunidad y que compartimos un lenguaje común. Saben expresar estos sinceros mexicanos, y así lo hacen, su respeto por nuestra Patria y su solidaridad por nuestro dolor de pueblo sojuzgado. Bien hacen en venir aquí los hijos del México de Juárez, el mismo pueblo que en voz de sus representantes, entendió correcto reconocer a los luchadores independentistas de aquel 24 de febrero de 1895, su derecho a la beligerancia.
La ocasión fue propicia para escuchar la voz excepcional de Alfonse Monteon Armendarez (Fonz), norteamericano de raíces hispanas, indias e italianas que tuvo a bien encaminar todo el programa de un bien seleccionado repertorio de canciones, que fueron el deleite de los que compartíamos ese momento. Fabuloso Fonzerelli, que así se hace llamar este cantante, había dicho que entregaría su talento y privilegiada voz para los cubanos, se preparó y así lo hizo. “Tráeme a todos los cubanos, quiero cantar para ellos”, le dijo a Belkis Cuza Male, y lo hizo con la sencillez que caracteriza a las personas dadas a los nobles propósitos. “No importa quienes estamos aquí y de donde venimos, somos una sola nacionalidad disfrutando de la música”, dijo en uno de sus escasos comentarios, porque no daba tregua al canto. Fonz cantó durante horas, pero el momento para alcanzar el corazón de los cubanos fue cuando interpretó la conocida canción del exilio cubano “Cuando salí de Cuba”. Impresionado por las lágrimas de algunos, más de un verso fueron cortados por la emoción.
No fue sólo él quién vino a celebrar con los cubanos, estaba Julia, una dama norteamericana siempre dispuesta a darnos algunas de sus canciones. Alterno con ellos el virtuoso cantante mexicano Don Juan, quien nos hizo acreedores de una voz sorprendente y depurada que mostró en la cancion que interpretó. ¡Que buenos amigos tenemos!, estos que como Fonz y Don Juan nos hacen olvidar por unos momentos el dolor de este exilio, confuso, y por momentos hostil.
¡Que sorpresas nos trae una tarde de reunión como estas! Nostalgias, conversaciones ligeras y encuentros con amigos. Más de una lágrima se hizo presente en algunos. Sentí la emoción sin límites de la oración de Ofelia, cuando con voz transida de dolor daba Gracias a Dios por haber nacido en Cuba. “Gracias, Señor, por donde nacimos, y perdónanos por no hacer lo mejor por nuestro país”. Estas palabras dichas por una mujer que ha superado cuarenta años de Exilio, mientras las lágrimas aparecían en sus mejillas, se tornó en un clamor de libertad. Sus palabras me han acompañado en estos días andando casi a rastras, con quebranto de corazón como de pena infinita.
Wanda me pregunta como fue que cantó Fonz: "mejor que Elvis" le digo en tono de broma, Exageras, me dice ella mientras sonríe. "No, no exagero. Fabuloso Fonzerelli es mejor que Elvis porque cantó para los cubanos, lo hizo en nuestro idioma y sobre todo nos regaló una canción que sólo nosotros podemos entender."
Tengo palabras de agradecimiento para los cubanos, escasos pero suficientes que allí estuvieron; esos que dejan a un lado los estorbos y las prisas. Extiendo un abrazo emocionado por igual a Fonz, Don Juan y la amable Julia que nos dieron sus canciones. Y dejo un abrazo grande para los amigos mexicanos que cantaron, rieron y compartieron una lágrima inusual con nosotros.
Para los que creen que los amigos no suelen encontrase y reconocerse, les digo que se equivocan; yo los vi aquella tarde del sábado 24 de febrero en La Casa Azul. Por eso es que ahora extiendo la oración llena de fe de Ofelia, para decir en estas palabras finales lo siguiente: “Gracias, Señor, por darnos este lugar donde vivimos, aun reconociendo lo difícil que son de llevar las cargas en este Exilio nada deseado”.
eloygnzlz@yahoo.com ©2007
Labels: El Fabuloso Fonzerelli (Fonz) en concierto en La Casa Azul